viernes, 20 de febrero de 2009

Cuando la imaginación libera el alma

Todo lo que queda de Jean-Dominique Baudy es su cabeza… su mente tan consciente y despierta no lo lleva a la desesperación ni al suicidio ante su inminente situación.
Conserva intacto su espíritu activo, sus ideas e inspiración fluyen mejor que nunca y su ojo izquierdo le permite ver las cosas de distinta manera.
Jean-Dominique (Mathieu Amalric) tiene 43 años, era el redactor jefe de la prestigiosa revista francesa Elle y su vida parecía destinada al éxito eterno, con una vida asegurada por el dinero, su familia y su trayectoria internacional. Pero el destino de una persona puede cambiar y de la manera más aterradora. Luego de una terrible embolia, posterior infarto y parálisis total, lo único seguro que tiene además de la muerte es su imaginación y su memoria, las cuales le permiten no sentirse tan prisionero de su propio cuerpo.
Jean padece de “síndrome del cautiverio”, según lo que le diagnosticaron los médicos, e intentará por todos los medios de ir más allá de todo, viajando con su mente a los lugares más hermosos del mundo, en compañía de las personas más significativas en su vida, y contando palabra por palabra la aventura de un personaje tan famoso como desdichado, postrado en una cama de hospital, con asistencia hasta para respirar.
Es así como decide escribir un libro “Le Scaphandre et le Papillon” (“La escafandra y la mariposa” del mismo nombre que la película) inspirado en sí mismo. Describirse tal cual es por dentro, pero con las diferencias y carencias físicas actuales. El tacto, gusto y habla vuelven a existir para este hombre caído físicamente pero erguido espiritual y mentalmente que sufrió un desgracia pero que al mismo tiempo volvió a nacer.
Claude (Anne Consigny) escribirá cada palabra, cada párrafo y cada página de su historia, y encontrará en él el mejor compañero, el hombre más tierno, la persona más fiel y el mejor autor y escritor de todos los tiempos. Letra por letra irá hilando esta historia que deja mucho más que un sabor amargo en la boca; nos deja la terrible sensación de que con la imaginación se puede construir cualquier cosa que deseemos por más dura y triste que sea nuestra situación o circunstancia de la vida. Siempre hay un camino, una claridad al final de él, alguien que nos guía y nos ilumina en el laberinto de incertidumbres. Claude fue contratada para cuidar de Jean las 24 horas del día, llevarlo de paseo, hablarle, incentivarlo a escribir, ayudarlo a terminar su misión antes de morir, y entre ellos nacerá una profunda y tierna relación. Claude fue elegida como la persona indicada para pasar los últimos momentos con Jean.
Los tratamientos, los médicos, los estudios diarios… todo eso lo ha cansado al punto de desear desde lo más profundo liberarse de su “escafandra” y poder batir sus alas cual “mariposa” que recién comienza a explorar un nuevo mundo usando todo lo imaginablemente posible.
Impresionante caracterización del actor, increíble su actuación, su cálida voz, su diálogo, conmovedoras expresiones, escenas que ponen la piel de gallina; realmente su mejor papel, sumado a una banda sonora excelente, de la cual se destaca Ultraviolet (Light my way) de la banda irlandesa U2, acorde y relacionada, también presente en el web site oficial de la película: www.laescafandraylamariposa.es
Con 4 nominaciones a los Oscar (mejor director: Julian Schnabel , mejor guión adaptado, mejor fotografía, mejor montaje), Festival de Cannes (mejor director y ganadora de dos Globos de Oro (mejor película extranjera y mejor director), esta cinta francesa se lleva los méritos de los exuberantes exteriores de playas y terrazas, una ambientación excelente y dramática, y simbolismos por doquier (lo mejor del film).
Entonces… ¿cuándo fue la última vez que una película cambió tu forma de ver la vida?






--- SI ---

domingo, 15 de febrero de 2009

Un reloj que da vuelta hacia atrás

Lo esencial de una cinta no es su duración. Lo más cautivante puede ir desde la banda sonora que llena todos los espacios hasta las caracterizaciones, desde la ambientación hasta los increíbles exteriores y el vestuario que los acompañan a la vez de resaltarlos.
The curious case of Benjamin Button” (“El curioso caso de Benjamin Button”) de David Fincher (adaptación de la novela corta que Scott Fitzgerald publicó en 1921) cautiva hasta en los créditos finales, con suaves melodías de jazz, un Brad Pitt extremadamente emotivo e inocente, una historia tan fuerte como dramática y un realismo que sobrepasa los límites de lo creíble.
Las primeras escenas confunden. Nos dan la sensación de que nos hemos equivocado de sala y veremos otra película. Daisy (Cate Blanchet), una anciana que agoniza en un hospital junto a su hija, decide pasar sus últimos momentos contando la historia que más marcó su vida, símil de novela que narra la historia de un reloj que da vueltas hacia atrás y que juega con el tiempo y con las emociones del espectador.
Esta historia, narrada en 2005 pero originaria de 1918, tiene conexión con Benjamin (Brad Pitt), que ha nacido distinto a todos. Es un bebe de 90 años de edad y por eso su padre decide abandonarlo en la puerta de una casa. Es encontrado por una familia de un hogar de ancianos donde vivirá hasta que encuentre sus verdaderas motivaciones en la vida y parta a vivirlas solo.
Esa mujer que lo encuentra mojado, friolento, solo en la oscuridad y llorando a gritos, se convierte en su madre hasta la muerte. Aquí se apostó a la focalización en un punto fuerte: ella es la única que no se asusta cuando lo ve y decide hacerlo parte de su vida y su familia haciendo añicos todo prejuicio absurdo. No es casual la frase que vemos en el afiche del film, en el que ella sostiene a Benjamin muy cálidamente: “He was pretty as any picture to me”. Pero detrás de sí, Benjamin deja algo más que sólo una madre que solloza, deja una historia de amor que tiene como protagonista a una mujer que ama y que amará toda su vida, pero con quien por el momento no concretará nada por razones obvias: la diferencia de edad.
Con el paso de los años, Benjamin se va poniendo cada vez más joven y apuesto, y su visión de la vida es un interesante análisis desde el otro lado de las cosas, sobre la vejez, el amor (casi) eterno y el momento previo a la muerte no como una cruz sino como el comienzo de otro estado, y como una etapa que es muy similar al nacer.
Cate Blanchet: realmente se luce desde que aparece en pantalla y está increíblemente personificada, tanto de joven como de anciana. Su piel perfecta, sus ojos intensos, su cuerpo esbelto y su rostro de estilo irlandés aportan una magia inigualable.
Brad Pitt: excelentemente caracterizado como anciano, casi irreconocible en su contextura física y hasta en su voz (increíblemente reducen el tamaño de su cuerpo e imposta la voz sutilmente). Su mirada inocente, su cabello plateado y sus toques de humor revelan al personaje que permanecía oculto dentro de él, pero que en la cinta cautiva y atrae desde el comienzo.
Nuevamente el cine nos deleita con esta pareja que nos mostró su esencia y su química en “Babel” de Alejandro González Iñárritu. Es por eso que el éxito de la cinta estaba de alguna manera asegurado (candidata a 13 premios de la Academia, que incluyen Óscar a la mejor película, al mejor director, al mejor actor y a la mejor actriz de reparto).
Nada es para siempre, todo cuesta el doble y se desea el triple, todo pasa en cámara lenta, nada parece concretarse, pero en off escuchamos una voz temblorosa casi fascinante y con acento pseudo inglés que nos mete de lleno en la trama y nos sorprende en cada escena.
A pesar de sus 159 minutos, la película los justifica. Para relatar una historia como esta “el tiempo es lo de menos”, si nos dejamos llevar nos convertimos en parte de cada escena, y nos sentimos tocados por la profundidad de las expresiones y los intensos diálogos. ¡Excelente!.






--- SI ---

lunes, 2 de febrero de 2009

Del Titanic al desamor

Uno destina mucho tiempo de su vida a tratar de entender las relaciones humanas. Cómo funciona la pareja, cómo inventar algo cada día para renovarse e innovar todo el tiempo, para que nada sea igual que ayer.De eso habla “Sólo un sueño” o “Revolutionary Road” en inglés, del prestigioso director Sam Mendes (marido de la protagonista) y nominada a tres Oscar, sin contar los cuatro ganados. Ambos títulos se refieren a la misma película pero distan mucho de aludir a la misma trama. El título en español nos trae a una pareja que día a día busca pretextos para volverse a enamorar por no pasar por la mejor de las épocas, y porque tener hijos los ha separado últimamente.En cambio, el título con estilo inglés para algunos seguramente rememora el estilo de pareja de los años ‘50, porque así está ambientada esta cinta, que recorre las desventuras de una ama de casa que quiere aventurarse al mundo laboral en un momento en el cual la mujer quedaba relegada en su casa y se dedicaba sólo a limpiar y cuidar a sus hijos; y de un padre y marido que cualquier mujer quisiera tener, pero que no puede concretar el hecho de hacer feliz a su esposa, además de ser infeliz él con su trabajo. Todo esto transcurre en el pasaje “Revolutionary”, calle donde se mudaron desde los suburbios hace poco tiempo.¿Todo demasiado intrincado para los años ‘50 no?, época en la que nuestros padres y abuelos estaban en la flor de la vida, en la que se casaban temprano y el marido les duraba para toda la vida.Realmente no es así como se pinta la situación: la infidelidad, la superficialidad y el contaste aparentar no es algo característico de los tiempos que corren, por más que digamos lo contrario, sólo que en los ‘50 se creía que se tapaba el sol con un pulgar. Todo era apariencia e imagen, por lo menos en la mayoría de las parejas. Es así como se desencadena una serie de hechos en el seno de esta familia, que comienza con la ilusión de un viaje a París y la esperanza de un futuro mejor: según la cinta, se entiende por “futuro feliz” que ella se desempeñe como secretaria para el Estado, y él aguarde un trabajo mejor que el que tiene, mientras lee, busca su yo interior y es mantenido por su mujer. Esto desencadenará una serie de prejuicios a su alrededor.Este drama, que juntó merecidamente a la pareja de la famosa “Titanic”, ahora nos regala un Leonardo Di Caprio un poco avejentado pero terriblemente emotivo, bien logrado, con un excelente papel en el cual ni se nota su diferencia de edad con Kate Winslet, quien interpreta a la desesperanzada e infeliz April que nos hace acordar tanto a las mujeres casadas como él a los maridos luchadores e incansables. Esta pareja tiene una química especial y hace que esta apuesta cinematográfica realmente valga la pena. Juntos son avasalladores, se combinan a la perfección y le dan a la cinta un toque distinto. ¿Quién iba a imaginárselos peleando?, si en Titanic eran dos tórtolos alocados y perdidamente enamorados. Aquí es todo muy distinto. Hay que prepararse de antemano para verlos en escenas tan fuertes como certeras. Sumado al hecho de que Leo haya confesado que le resultó muy difícil besar a Kate en la filmación delante de su marido.De final poco predecible, la película va más allá de una simple historia de pareja, y recorre la psicología de los personajes, toca temas como la amistad, la infidelidad, la libertad y la decisión de tener hijos. Nos saca un lagrimón de vez en cuando, y no evita que nos sintamos totalmente identificados en todo momento. Idas y vueltas del matrimonio, el típico mal humor cuando las cosas no marchan como lo esperamos, las ilusiones que nunca se cumplirán y una sonrisa nuestra al traernos tantos recuerdos a la cabeza.Banda sonora excelente, dramatismo puro, expresividad a flor de piel, y una escena dura pero realista: un enfermo mental amigo de la familia va a cenar a la casa de los Wheeler y explota fervorosamente mencionando una por una las miserias de la vida, la infelicidad, el matrimonio y las personas en general. Excelente!











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