miércoles, 31 de diciembre de 2008

Rodríguez+Tarantino= mezcla explosiva

¿Qué decir de “Planet Terror”?
Esta impresionante cinta de Robert Rodríguez que le rinde culto a “Grindhouse” y a “Death Proof” de Quentin Tarantino, es una obra maestra de sadismo puro, chorros de sangre y repulsivas criaturas.
Su trama se basa principalmente en lo que estuvimos viendo durante los últimos años: una infección letal de la que nadie se salva, pero esta es aun más asquerosa y cruel.
Desde humanos deformes hasta muertos vivos caminando con grandes coágulos en su cara que cada dos por tres explotan y salpican.
Pero esta película va aun más allá. Rodríguez se animó a jugar con un tópico peligroso y lacrimógeno: la infección fue causada por el mismo Ben Laden ahora asesinado. ¿No es lo más loco y volado que hemos escuchado?.
Esta cinta nos ofrece todos sus costados: un terror gore al estilo de los dos directores, que a la vez da risa de cómo está planteado, pero que no cae en el absurdo y acompaña a la perfección todo el desarrollo, ya que hay escenas que se prestan verdaderamente para algún que otro chiste de humor negro. Caemos en la cuenta de que nos estamos riendo de una persona atropellada ferozmente por un camión, pero lo mejor es que es el triple de sangriento y exagerado.
Por otro lado, nos brinda historias variadas dentro de su trama: la de una bailarina stripper (Rose McGowan) que es atacada por un zombie quien le corta una pierna, la de su ex novio “El Wray” (Freddy Rodríguez- no es pariente del director) con quien se reencuentra después de un tiempo en una vieja parrilla del barrio y quien también le coloca una potente arma de fuego que hace las veces de muslo, la de una enfermera lesbiana (Marley Shelton) que trabaja junto a su marido médico a quien ya ni soporta, y la de un militar infectado que busca su propia cura (Bruce Willis).
Willis hace una de las apariciones magistrales, otras están a cargo de Fergie, cantante de Black Eyed Peas, Naveen Andrews ya visto en varias producciones como Lost (Sayid) y Moisés con papeles secundarios, y el mismísimo Tarantino encarnando a un militar despreciable y degenerado.
Esta película parodia producciones de terror de directores como George A. Romero y Lucio Fulci y juega con un estilo setentoso: la cinta tiene imperfecciones de imagen (las clásicas rayas que aparecen de la nada), la fotografía ultra quemada, los saltos del rollo y, algo que me fascinó: el corte de una escena erótica parodiando la pérdida del rollo. En los años ‘70 e incluso ‘80, los directores no dejaban de filmar este tipo de escenas, sólo que “cortaban” los rollos de película a modo de censura y para uso personal, y pidiéndole luego disculpas al público en la proyección. Por lo general, en la escena siguiente a la cortada, todo había cambiado, las parejas se habían unido, algunos ya habían muerto y otros se habían transformado.
La banda sonora resultó ser impecable, excelente. Cuesta olvidarse de la escena en la que Cherry, la stripper coja, va corriendo por el pavimento empapado de zombies muertos y sangre, sus pasos acordes con la música, y salta traspasando un paredón para atacar al ejército de infectados al otro lado. Esa escena es una de las mejores de la cinta, sin dudas.
Es curioso, todo parece exagerado, fingido, grandilocuente, y creo que realmente se quiso dar esa impresión. Todo es adrede, no hay nada casual, todo forma un combo perfecto de imágenes, sensaciones y sonidos que se combinan sin aburrir, sin sasear, porque al salir de la sala queremos más.
Planet terror, turbia, agonizante, exagerada, perversa y con un trabajo impecable.










--- SI ---

lunes, 29 de diciembre de 2008

Otro remake pero muy particular

El día que la Tierra se detuvo” (“The Day The Earth Stood Still”) de Scott Derrickson, se podría analizar de dos maneras muy disímiles.
La primera sería desde el punto de vista de la ficción tal como se presenta. La Dra. Helen Benson es llamada por la NASA junto a otros científicos e ingenieros con motivo de un tema de interés nacional y de secreto profesional. Una gran esfera brillante ha aterrizado en la Tierra. Cuando los científicos se acercan y tratan de tener algún contacto con ella, de repente se abre y aparece una extraña criatura que finalmente es herida de bala por uno de los oficiales del equipo. Se lo llevan al quirófano para intervenirlo e investigarlo y descubren que en realidad no es un alienígena, tal como todos creían.
A partir de aquí comienza una historia intrigante que suma misterios e incógnitas más que aclararlas. La película de por sí en lenta, si bien el aterrizaje de la esfera se da bien al principio, las explicaciones acerca de quién es la criatura se toman su tiempo, y eso quizá no es un costado positivo de la película, porque en ocasiones no se entiende nada.
Pero ese es el momento en el cual uno dice “vamos a darle otra oportunidad, todas las cintas en algún momento desorientan”. Pero no fue así hasta bien entrado el final y eso baja puntos.
Esta producción (aún en cine) no deja de ser una película de ciencia ficción a lo Armageddon o Impacto Profundo, con muy buenos efectos y buenos actores (Keanu Reeves y Jennifer Connelly) que en realidad dan para otro tipo de películas. Una lastima!.
El segundo aspecto a analizar (aisladamente) es su mensaje. A mitad de la cinta nos empezamos a dar cuenta de que da para pensar. La temática no es variada, sino que hay una sola apuesta y es quizá por eso que esta producción pisa fuerte en este aspecto: la ecología y el medio ambiente maltratados por el hombre con sus descuidos y negligencias, y ello resulta en el impacto ambiental de estos tiempos. Esto tiene que ver con que se supone que las esferas misteriosas no vienen a exterminar la raza humana como lo haría todo alienígena hostil, sino a salvarla. Este tema está muy bien encarado, ya que parten de la premisa de que el ser humano no es capaz de cambiar su actitud de maltrato a menos que esté al borde de la extinción cercana. La naturaleza del hombre es así y ya no puede darse otra oportunidad para el cambio, ya fue dada hace un tiempo y se la desaprovechó. Esto nos entra en la cabeza y se queda allí, a pesar de que el final no sea el mejor por su corto desarrollo y escasa información. El desenlace se nos presenta veloz sin que podamos realmente admirarlo, convirtiéndose en pobre.
La cinta es certera, pega duro, es un llamado a la reflexión, un grito desesperado de ayuda del mundo, y ahora… como está dado todo, un manotazo de ahogado de la naturaleza.
Lamentablemente seguimos siendo testigos de más y más remakes y es evidente que el cine de Hollywood no apostará a nada más que eso, por lo menos por ahora.





--- SI --- (por su cálido mensaje)

domingo, 28 de diciembre de 2008

La vida (in)justa...

La vida a veces nos juega una mala pasada y nos separa de las personas que más amamos y nunca queremos dejar.
Pero la vida no actúa sola, sino con el destino, quien se encarga de digitar al menos parte de nuestra existencia.
A pesar de que a veces pensemos que esto es injusto (lo es) y que no lo merecemos (es correcto), todo lo que nos pasa tiene su razón de ser.
Y eso va pegado a otra cosa: a ser “Digno de ser”, a encontrar lo que somos, a elegir qué camino tomamos y con quién lo transitamos.
La cinta francesa del mismo nombre en español (“Va, vis et deviens”) dirigida por el rumano Radu Mihaileanu, se remite precisamente a eso además de tocar temas que van desde la situación de hambre y desnutrición en África hasta cuestionar a los judíos en muchas de sus actitudes.
Esta apuesta es fuerte, reflexiva y completa. No se decir qué elemento le falta para ser perfecta.
Desde el comienzo la trama ya viene dura: Schlomo (Yael Abecassis), un niño de un pueblo de Etiopía, es “dejado” por su madre que en realidad pretende salvarle la vida para que llegue a ser alguien en algún otro lugar haciéndose pasar por un judío. Esto es el proyecto Moisés, que consiste en la inmigración de judíos a la “Tierra pometida”.
El chico pasa por varias madres hasta que encuentra la familia ideal, la que cualquier hijo quiere tener y la que logra quitarle antiguas espinas.
Pero Schlomo es paciente y esperanzado, le habla a la luna, a la cual personifica como su madre y cada día le reza una oración distinta con las ansias de reencontrarse con ella como uno de sus asuntos pendientes.
La película claramente es un drama muy bien logrado que emociona hasta los huesos y conmueve hasta las lágrimas y que trata los temas más duros desde que la humanidad existe: la discriminación, las guerras de religión injustificadas, la sangre derramada, el desarraigo y el miedo a avanzar en un mundo que no parece pertenecernos.
Schlomo hasta se enamora, pero la ausencia de su madre lo marca demasiado como para volver a arriesgarse y entregar su vida a alguien.
La película es psicológica, pero no sólo nos propone ver la mentalidad del personaje, sino que juega con nuestros sentimientos, especialmente en la última escena de final inesperado. Me voy a detener particularmente en esta: ¿cómo decirlo?… extremadamente fuerte, excelente, y uno se queda con el corazón en la boca, con una especie de amargura interna. Y así es como empezamos a entender o valorar muchas mas cosas: el papel de la madre en nuestras vidas, que se puede empezar a cambiar este mundo con sólo un granito de arena de parte de cada uno, y de que luchando por lo que queremos o ansiamos al fin la vida nos recompensa… pero después de tanto tiempo, el destino quizá quiso que Schlomo creciera para poder afrontar lo que venía.
Una historia realmente fantástica como pocas, plagada de simbolismos, con banda sonora excelente y escenarios naturales, actores inmejorables y con una trama que da para hablar.
Cautivante por donde se la mire.
Apostemos a este tipo de cine.





--- SI ---

lunes, 1 de diciembre de 2008

Una señal... aburrida

“La señal” está ambientada en los años 50, en medio de un contexto político bastante caldeado no sólo con la reciente muerte de Eva Perón. En este sentido, la puesta en escena, el vestuario, la fotografía y la banda sonora son inmejorables, ideales para ponernos a tono con la época. Incluso de han alquilado distintos accesorios para la filmación como así también automóviles de colección.
Pero el resto deja mucho que desear. Con una trama pobre, poco original y un final anunciado desde la mitad de la cinta, se puede decir que los actores con los que cuenta son un desperdicio para esta producción. Es una verdadera lástima ver a Ricardo Darín (Pibe Corvalán), Julieta Diaz (Gloria) y Diego Peretti (Santana) encarnando papeles carentes de fuerza, carisma e intriga.
Corvalán y Santana son socios en una agencia de detectives desde hace tiempo pero no son los mejores en lo que hacen. Varios casos les han salido mal y trabajan por un salario mínimo hasta que se meten en problemas por Gloria, una misteriosa mujer que ha contratado a Corvalán y lo ha metido en un juego sucio de poder y ambición. Aconsejado por su amigo y socio, hace oídos sordos al pedido de retirarse de la investigación.
Como se supone, hay mucho dinero de por medio, pero se exponen a los ojos de la mafia y sus vidas corren peligro. Corvalán termina entre la espada y la pared por enamorarse de Gloria, que le cuenta poco y nada acerca de ella ni del caso. Corvalán trabaja a ciegas pero engatuzado con ella.
La cinta dura una densa hora y media, y la trama no ayuda a pasar con gusto ese tiempo. La historia se torna densa, con pocos puntos de giro, poca acción y un suspenso ausente. Aburre casi desde los primeros minutos y no se entiende nada hasta casi llegado el final, el cual como dije antes, se intuye perfectamente.
La mayoría de las producciones del cine argentino se caracterizan por ser lentas en el tiempo y por aportar pocos datos en un periodo muy largo. Este es el caso, porque en realidad la manera de tratar el tema no amerita que la cinta lleve casi dos horas. La clave de toda buena película es “retener” al espectador los primeros minutos para que luego se siga interesando en el resto de la cinta. Esta producción no llega a lograr ese cometido, poniéndolo en la obligación de continuar viendo la película sólo para ver cómo concluye, aunque sea muy a su pesar.
El único dato a destacar de esta producción es que tras la muerte del director Eduardo Mignona, Ricardo Darín tuvo la difícil tarea de continuar con la realización del film junto a Martín Hodara.
Lenta, poco original, sin aportes interesantes ni vuelcos. Un intento de thriller y drama argentino que no desafía, no sorprende ni entusiasma.





--- NE ---