jueves, 8 de marzo de 2007

“La memoria no es fiable….”

Esa es la enseñanza que pretende dejarnos Memento (ganadora del Globo de Oro y nominada a dos premios Oscar).
El nombre hace honor a un momento específico (Amnesia) en el que la memoria a corto plazo se esfuma y el sujeto entra en un estado de desesperación constante por recordar.
Plagado de idas y venidas que suelen desconcertar por momentos, este film merece prestarle demasiada atención a los flashbacks que nos cuentan absolutamente toda la historia. Los recuerdos aquí van hilando la trama muy jugosa, entretenida y audaz. Eso es lo que logró Christopher Nolan, director de esta obra de arte, y también recordado por dirigir The Prestige (El gran truco).
“Los recuerdos desvirtúan, son una interpretación, no un registro. Me baso en hechos no en recomendaciones…”. Estas palabras insertas y a la vez redundantes en el diálogo quedan en la mente de cualquier persona que vea la película, y propician un posterior cuestionamiento de si realmente será como el personaje lo cuenta.
Leonard Shelby (Guy Pearce), un empleado retirado de una compañía de seguros, tiene una marcada pérdida de la memoria reciente, luego de presenciar un hecho traumático en su vida: el asesinato de su esposa. Durante el film vemos que él hace lo imposible por resolver el caso, dar con el asesino (un supuesto John G), y que para eso se basa en notas, fotografías que él mismo toma y, sobre todo, en sus tatuajes para poder recordar. Cada mañana se levanta como un hombre nuevo, sin tener memoria de lo ocurrido el día anterior. Y eso es lo fascinante del largometraje. Si esto fuera real, ¿cómo un hombre que vivió semejante experiencia puede vivir de imágenes, notas, y pintadas en su cuerpo, y no de la memoria y sus recuerdos?...
Por su parte, Natalie (Carrie- Anne Moss de la trilogía Matrix), se propone ayudarlo en su busqueda, pero no todo es como parece al principio, ya que ella esconde muchas cosas.
A medida que transcurren los hechos, somos testigos de una brusca mezcla de imágenes en blanco y negro del personaje, y algunas escenas resultan redundantes. Pero esa repetición es necesaria para el entendimiento del film en su totalidad. Sin ese toque que nos brinda el director, no sería la misma película.
De cierre cómico y medio inesperado, la última escena deja atónito a quien la vea y da la impresión de un final casi inconcluso, pero haciendo un repaso de todo el largometraje descubrimos que en realidad no es del todo así.

“No se puede forzar a alguien para que recuerde, sino solo dejarlo recordar”, en palabras de Leonard.


---SI---

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